La joya de la Toscana
Raquel Trigo
Es difícil escoger una ciudad de Europa. Todas
tienen un encanto especial y una historia que te traslada a otra época. Pero si
tengo que quedarme con una, esa es Florencia. Sin duda se trata de una
ciudad-museo en la que el arte se desborda entre las piedras de sus calles.
Cada rincón es una obra única, cada plaza, cada estatua, cada iglesia.
Al llegar a Florencia la vorágine de turistas te
envuelve y te arrastra. Largas colas para la catedral, para los palacios, hasta
para comer, te hacen pensar si no hubiese merecido la pena elegir otro destino.
No es así. Florencia merece siempre la pena, pese a la gente. La joya de la
Toscana te hechiza y te atrapa desde el momento en que la pisas.
Sería imposible mencionar todo lo que la ciudad
ofrece a nuestros sentidos porque ni en un viaje es posible visitarlo todo.
Aunque hay un lugar que es imposible mirar sin quedarse con la boca abierta: il
Ponte Vecchio.
El único puente respetado durante la II Guerra Mundial
que desde 1345 atraviesa el río Arno. A lo largo del puente se encuentran los
talleres de los orfebres. Antiguamente acogía las carnicerías pero el duque
Fernando I expulsó en 1593 a los carniceros por el hedor y el ruido que
producían.
Por supuesto, no podemos pasar por alto el
impresionante Duomo. Cuántas vueltas se pueden dar por la ciudad siendo siempre
el origen y el destino la Basílica de Santa María del Fiore. La grandiosa
cúpula de Brunelleschi vigila la ciudad desde lo alto a cuantos la observan
admirados.
Aunque si realmente se quiere disfrutar de ella,
al menos exteriormente, aconsejo un paseo nocturno. Las calles se quedan
completamente desiertas y Florencia se convierte realmente en un placer.
Eso
sí, no se os ocurra pedir la famosa bebida florentina: el Negroni. Un tercio de
ginebra, un tercio de bitter y un tercio de vermut rojo. Aparentemente
inofensivo,¿verdad?
Por último, aunque me encantaría mencionar todas
las esculturas que salpican la ciudad y a pesar de que por supuesto, la reina
es el David de Miguel Angel, yo me quedo con mi favorita: Perseo con la cabeza
de Medusa.
Escultura realizada en bronce por Benvenuto Cellini,
fue encargada por Cósimo I después de su toma de posesión como Duca de la
ciudad y se encuentra en una de las más famosas plazas, la Piazza della
Signoria.
Pero además de todo esto, no podemos olvidar la
Iglesia de Santa Croce, la de Santa María Novella, los Jardines de Boboli, la
Galería Uffizi, la de la Academia, el Palazzo Vecchio, el Museo Galileo… Ponte
un calzado cómodo y recrea la vista ante tanta belleza como esta ciudad te
ofrece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario